viernes, 4 de septiembre de 2009
miércoles, 26 de agosto de 2009
el cura sin cabeza
Mito seguramente concebido en tiempos de la inquisición, durante la cual cortaban la cabeza a brujos, hechiceros, hombres y mujeres de mal vivir.
Dice la tradición que se le aparece a los hombres y mujeres que trasnochaban debajo de un árbol frondoso en el cual se puede ver una gran puerta de un templo.
La persona pasa la puerta y se encuentra una gran sala y al final un sacerdote cantando misa en latín.
Atraído y cargado de pecados la persona oye atentamente pero a la hora de la consagración al dar la cara el sacerdote se le ve sin cabeza y esta chorreando sangre entre sus manos.
Despavorido sale de aquel lugar y queda varias semanas sin habla, cambiando así su vida para siempre.
Dice la tradición que se le aparece a los hombres y mujeres que trasnochaban debajo de un árbol frondoso en el cual se puede ver una gran puerta de un templo.
La persona pasa la puerta y se encuentra una gran sala y al final un sacerdote cantando misa en latín.
Atraído y cargado de pecados la persona oye atentamente pero a la hora de la consagración al dar la cara el sacerdote se le ve sin cabeza y esta chorreando sangre entre sus manos.
Despavorido sale de aquel lugar y queda varias semanas sin habla, cambiando así su vida para siempre.
el mohan
Es el más legendario, conocido y respetado en el Tolima. Se puede decir que es el personaje más importante en la mitología tolimense. Se le llama, también, el Poira, pero en aquella su especial caracterización de gran perseguidor de muchachas casaderas que apenas han traspasado los umbrales de la pubertad. El Poira es el Mohán travieso, enamorado, libertino y raptor. Les roba la tranquilidad a las jóvenes, las idiotiza, las emboba y las atrae hacia él con artificios. Sus hazañas son muy conocidas, tanto en su caracterización del Poira, como en su auténtica personalidad del Mohán, y, hasta hace poco tiempo, no se podía poner en duda su existencia ante las verídicas de los campesinos.
francisco el hombre
En todas las épocas, en todos los pueblos, siempre han, existido hombres parranderos y folclóricos, que son espejo de sus pueblos. Algunos se apartan de lo común, porque se guían por sus propios criterios y no por criterios ajenos.Por algunas razones hay algunos que son diferentes a los otros del montón. Ellos creen que hacen bien lo que hacen, y no les importa lo que otro piense.
Yo era muy niño, pero me acuerdo que al primer acordeonero que conocí en Patillal fue a Mano Chee que macujiaba eI acordeón, pero para el pueblo era, una maravilla. ¡No había otro!En ese entonces el doctor Roberto Pavajeau era un hombre joven. Hijo de Valledupár, descendiente de una noble familia y educado en EEUU., donde se diplomó como Doctor en odontología.Se perfiló, en ese entonces en Valledupar, como un joven serio, correcto y también algo parrandero. Le encantaba eI acordeón. Encontró su cuarto, contemporáneo y, como él, descendiente de una de las familias más ricas y distinguidas de Valledupar. Se llamaba: Aníbal Guillermo Castro.Irrumpieron en ese gran mundo social con el acordeón.
Por primera vez un acordeonero, un hijo del pueblo, pisaba con confianza, y sobretodo en parrandas, los grandes salones de la aristocracia de esta ciudad.Pero Chico Bolaño y Juan Muñoz los pisaron también porque al doctor Pavajeau y a Aníbal Guillermo Castro y a Evaristo Gutiérrez les gustaba el acordeón. Estos tres vallenatos eran sencillos; amigos del pueblo, y buenos parranderos. El doctor Pavajeau se casó con Ita, dama de Patillal; hija de papá Cesar y mamá Nena. Como le decía el pueblo a esos patriarcas.
Yo era muy niño, pero me acuerdo que al primer acordeonero que conocí en Patillal fue a Mano Chee que macujiaba eI acordeón, pero para el pueblo era, una maravilla. ¡No había otro!En ese entonces el doctor Roberto Pavajeau era un hombre joven. Hijo de Valledupár, descendiente de una noble familia y educado en EEUU., donde se diplomó como Doctor en odontología.Se perfiló, en ese entonces en Valledupar, como un joven serio, correcto y también algo parrandero. Le encantaba eI acordeón. Encontró su cuarto, contemporáneo y, como él, descendiente de una de las familias más ricas y distinguidas de Valledupar. Se llamaba: Aníbal Guillermo Castro.Irrumpieron en ese gran mundo social con el acordeón.
Por primera vez un acordeonero, un hijo del pueblo, pisaba con confianza, y sobretodo en parrandas, los grandes salones de la aristocracia de esta ciudad.Pero Chico Bolaño y Juan Muñoz los pisaron también porque al doctor Pavajeau y a Aníbal Guillermo Castro y a Evaristo Gutiérrez les gustaba el acordeón. Estos tres vallenatos eran sencillos; amigos del pueblo, y buenos parranderos. El doctor Pavajeau se casó con Ita, dama de Patillal; hija de papá Cesar y mamá Nena. Como le decía el pueblo a esos patriarcas.
la patasola
En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre y termina triturándola con sus agudos colmillos.
La defensa de cualquier persona que la vea, consiste en rodearse de animales domésticos, aunque advierten que le superan los perros, calificándolos a todos como animales "benditos".
La defensa de cualquier persona que la vea, consiste en rodearse de animales domésticos, aunque advierten que le superan los perros, calificándolos a todos como animales "benditos".
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