miércoles, 26 de agosto de 2009

francisco el hombre


En todas las épocas, en todos los pueblos, siempre han, existido hombres parranderos y folclóricos, que son espejo de sus pueblos. Algunos se apartan de lo común, porque se guían por sus propios criterios y no por criterios ajenos.Por algunas razones hay algunos que son diferentes a los otros del montón. Ellos creen que hacen bien lo que hacen, y no les importa lo que otro piense.
Yo era muy niño, pero me acuerdo que al primer acordeonero que conocí en Patillal fue a Mano Chee que macujiaba eI acordeón, pero para el pueblo era, una maravilla. ¡No había otro!En ese entonces el doctor Roberto Pavajeau era un hombre joven. Hijo de Valledupár, descendiente de una noble familia y educado en EEUU., donde se diplomó como Doctor en odontología.Se perfiló, en ese entonces en Valledupar, como un joven serio, correcto y también algo parrandero. Le encantaba eI acordeón. Encontró su cuarto, contemporáneo y, como él, descendiente de una de las familias más ricas y distinguidas de Valledupar. Se llamaba: Aníbal Guillermo Castro.Irrumpieron en ese gran mundo social con el acordeón.
Por primera vez un acordeonero, un hijo del pueblo, pisaba con confianza, y sobretodo en parrandas, los grandes salones de la aristocracia de esta ciudad.Pero Chico Bolaño y Juan Muñoz los pisaron también porque al doctor Pavajeau y a Aníbal Guillermo Castro y a Evaristo Gutiérrez les gustaba el acordeón. Estos tres vallenatos eran sencillos; amigos del pueblo, y buenos parranderos. El doctor Pavajeau se casó con Ita, dama de Patillal; hija de papá Cesar y mamá Nena. Como le decía el pueblo a esos patriarcas.

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